"(Capítulo 7) Tradiciones, instituciones y formaciones"
La hegemonía constituye siempre un proceso activo y para entenderlo es necesario distinguir tres aspectos dentro de cualquier proceso cultural: tradiciones, instituciones y formaciones.
El concepto de tradición ha sido rechazado dentro del pensamiento marxista, esto no se debe sólo a que normalmente es tomado como superestructura sino también a que la tradición ha sido considerada siempre como un segmento histórico inerte en la estructura social (como supervivencia del pasado).
La tradición siempre debe de entenderse como una tradición selectiva intencionalmente de un pasado configurativo y un presente preconfigurado.
La tradición debe entenderse como un aspecto de la organización social y contemporánea del interés de dominación de una determinada clase.
La tradición también tiene otro sentido, aunque más endeble, que es el de tradición como valor tradicional.
La tradición, tomada en el primer sentido mencionado, es a la vez muy poderosa y vulnerable. Poderosa en el sentido de producción de conexiones activas y selectivas, dejando de lado otras.
Vulnerable en el sentido de que lo que se deja por fuera puede ser fácilmente recuperable y para sostenerse depende siempre de lo contemporánea y sus presiones.
Las instituciones sociales tienen una gran influencia sobre el proceso social activo, todo proceso social incluye cosas que deben ser universalmente aprendidas pero también se vincula a una selecta esfera de significados, valores y prácticas. Sin embargo este proceso se encuentra lleno de diversas contradicciones y conflictos internos.
La verdadera condición de la hegemonía es la efectiva auto identificación con las formas hegemónicas.
Las formaciones son más reconocibles como tendencias y movimientos conscientes que normalmente pueden ser distinguidos en sus producciones formativas.
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